28 agosto, 2011

El otro joven y Lupus, ¿Me acompañas?

El otro joven y Lupus, ¿Me acompañas?
Salía cansado del teatro, con el rostro caliente -Las luces y el maquillaje- explicaba a Lupus mientras me alistaba para salir, en realidad era toda la adrenalina vivida.-Lupus, ¿viste la chalina?- apuntó en dirección del espejo más grande del camerino. -Ah gracias, bien vámonos.- Bajamos hacia el recibidor y salimos dispuestos a mezclarnos entre la multitud.

Ese mismo día me encontraba en un micro naranja con guinda, Lupus en mi regazo, ambos situados en la última fila de asientos, para ser más exactos en el que está con vista a la ventana derecha. Pasamos por avenidas reconocidas, algo oscuras y movidas pero eso era parte de la aventura. Lupus puso sus manitos en la ventana y muy atento veía a la gente pasar.-Disculpe señor me avisa cuando estemos cerca de Riva Agüero, por favor.- El hombre a quien me dirigía era un señor regordete, mi primera impresión era que se esmeraba mucho por las cosas y trabajaba de manera ardua, las arrugas y sonrisa en su rostro me decían eso. -Joven falta como media hora todavía, cuando estemos más cerca yo le aviso.-

Los lugares que ya conocía estaban quedando atrás, el bus se metía cada vez por lugares algo peligrosos, casas sucias y paredes que pedían auxilio. Lupus cada vez se abrigaba más en mi regazo, Lima no estaba siendo buena con los transeúntes, el frío aumentaba así como el bus se llenaba más. -Joven, ve llamando a su amigo que ya llega en 15 minutos mas o menos.- Empecé a marcar el móvil, pero nadie respondía. -Señor, disculpe, ¿El Agustino es peligroso?- Mi mirada de temor fue evidente porque el buen señor con una sonrisa de tranquilidad me dijo - Joven los tiempos han cambiado; antes no se podía caminar con tranquilidad y siempre se habla mal, pero ahora es distinto. Hay muchos vigilantes y serenazgo siempre está alerta en las esquinas. ¿Es la primera vez que conoces este lugar, no?- Yo sólo asentí con la cabeza y seguía timbrando el móvil de mi amigo.

-¿Aló?, por fin contestas, estoy por... Por...-
-Navarte- sonrió el señor

-Por Navarte, gracias, bueno ve al paradero por favor...Está bien te llamaré cuando esté en la cuadra 1, pero ¡Contesta el celular!-

-Mire Joven, yo me bajo en el siguiente paradero, el bus doblará a la izquierda, por esa avenida- señalaba una avenida algo curva.-Luego volteará a la derecha, esa es Riva Agüero, ¿Qué paradero le dijo su amigo?

-La cuadra 3, paradero El Pino.-

-Ya antes de doblar para Riva Agüero ve llamándolo y avísale al cobrador porque no está muy lejos de la curva y si no avisa con tiempo lo pueden hacer pasa, que le vaya bien joven.-

-Gracias señor-

En efecto, el bus giró para la izquierda y la avenida curva estaba siendo descubierta por mis ojos, grandes carteles negros con letras de colores fosforescentes, negocios a montones y más movimiento. Lupus miraba hacia atrás como un vigilante del señor que acaba de bajarse. Me apresuré en coger el móvil y llamar a mi amigo. -Ya estoy en la cuadra 1, ven rápido.- En realidad aún seguía en la avenida en forma de curva pero de esa manera me sentía más confiado. Los carteles se volvían cada vez más grandes y el bus estaba preparándose para girar a la derecha.
-¡El pino baja!- grité para que el cobrador no me ponga pretextos posteriores sobre si le había avisado con anticipación.-¡Señor, El pino baja!- Se abrieron las puertas traseras y Lupus se escondió en mi morral. Al otro lado de la acera se encontraba mi amigo con una sonrisa enorme, cruce a la par rastreaba el lugar y el padre de mi amigo estaba junto a él. -Llegué- lo dije como si hubiera pasado una tremenda travesía en un barco que naufragaba.-No te preocupes, el Agustino ya no es como antes- me dijo el papá de mi amigo.- Si, lo mismo me dijo un señor hace unos instantes.- Caminamos por unas pequeñas calles y algo desordenadas, pero el lugar no era tan terrorífico como se me había pintado en la cabeza, me estaba gustando, era la fiesta de mi amigo y director, no podía faltar.

-Sube, es por aquí.- llegué a la casa y todo estaba muy bonito, los cuadros, las fotos, todo denotaba un ambiente familiar, los familiares estaban ya ubicados en la sala y yo me dirigí a conversar con Andrea, una amiga conocía desde el colegio y ¡oh sorpresa! también estudiábamos en la misma facultad, ella estaba con otra amiga de la universidad y bueno los recuerdos cuando actuábamos juntos en el colegio fluyeron.- Tu entraste cuando hicimos,..¿Anastia?- me habló mi amiga siempre con un rostro dulce, nadie podía negar eso.


-No... Yo entré en segundo.- respondí

-Espera ya sé, ¡Juan el Mudo!, Yo era sorda.

-Sí, eras Alejandra.

- Y Raúl era Juan y sea había aprendido un discurso y yo nunca lo escuché.- empezamos a reírnos y recordar todos los ensayos.

- También hiciste algo de ensaladas... eras la zanahoria...

-Sí con Ivana y Alexis, pero yo era el tomate.- dijo ella y las risas fluyeron.
Las horas pasaron, el lugar se volvió acogedor, Lupus se encontraba en mi morral que había sido llevado a una de las habitaciones de la casa para que me sintiera más cómodo. Las chicas no tardaron mucho en irse, pero la fiesta ya había empezado, vinieron más amigos de la facultad, algunos de elenco de danzas y la fiesta siguió de largo. En realidad hace mucho que no había bailado salsa y mucho menos reggaetón, eran canciones antiguas que me traían recuerdos del colegio. La cumbia también estuvo presente, mis bailes algo simplones no se hacían esperar, ya ni yo me reconocía; no, no estaba ebrio pero los recuerdos me inundaron y tenía que disfrutar este regalo.




Ya de regreso, Rafael, otro amigo de la facultad y dos chicos más me acompañaron a tomar el taxi de regreso. El taxista era otro buen señor que me dijo lo mismo- El Agustino ya no es como antes.- Yo sólo sonreí. Lupus ya estaba conmigo, el estaba bostezando quería, sin duda alguna, volver a la repisa. Veía la avenida curva y en ella una pareja que discutía en la noche, con sólo leer los labios podías darte cuenta si estuvieses allí. Seguimos de largo y el taxista me platicaba que todo había cambiado; entramos en la Vía de Evitamiento, una pareja en motocicleta pasaba por entre los carros, la pista estaba resbalosa, era una negligencia por parte de ellos, pero al menos portaban cascos.

Salimos de la vía rumbo a la avenida Tinoco y en medio de esta una patrulla policial nos detiene. En realidad no era nada grave, ya que el buen conductor estaba con papeles al día y bien informado con respecto a normas de tránsito que el Ministro había declarado últimamente. –Joven por eso siempre debe ver las noticias.- me dijo como si un padre hablara a su hijo- Lo sé señor, si uno no se informa lo agarran desprevenido.- El taxi me dejó en la puerta de mi casa.-Recuerde el Agustino puede ser tan seguro como Surco, espero que vuelva.- yo sonreí.-Si señor, gracias, que le vaya bien.- Revisé el morral y Lupus ya estaba durmiendo. Reía por dentro y el vaso de agua calmó mi adrenalina ganada desde que terminó la función.



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